Salvador Camarena
13/11/2012 - 12:00 am
Fumigadores de ocasión
En la que podría ser una de sus últimas entrevistas con un medio de comunicación importante, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, ha desperdiciado la oportunidad de legar a los ciudadanos un diagnóstico que sirva de referencia última sobre lo que este gobierno de la República aprendió y puede explicar sobre el fenómeno de la […]
En la que podría ser una de sus últimas entrevistas con un medio de comunicación importante, el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, ha desperdiciado la oportunidad de legar a los ciudadanos un diagnóstico que sirva de referencia última sobre lo que este gobierno de la República aprendió y puede explicar sobre el fenómeno de la violencia. En vez de ello, con sus declaraciones el funcionario dio la razón a aquellos que denunciaron el empecinamiento de una administración que no supo rectificar, a quienes criticaron que este gobierno se negara a ampliar su visión, y a quienes vieron en los colaboradores de Calderón a un equipo que nunca logró convencer ni de sus fines y mucho menos de sus métodos.
Poiré dio declaraciones a La Jornada donde repitió casi textual lo que el presidente Felipe Calderón dijo hace casi un año sobre la delincuencia organizada. Al funcionario de Bucareli le preguntaron si había sido “necesario darle ese palazo al avispero?”. Su respuesta, publicada ayer, fue la siguiente:
–No fue así, sino exactamente lo contrario. Es como si hubiéramos entrado a una casa y nos hubiéramos dado cuenta de que los cimientos estaban verdaderamente infestados de ratas. Y es que esas ratas no sólo estaban en los cimientos, sino que de pronto nos salían por las puertas, se nos aparecían en las camas, en el clóset, en la cocina, y cuando abrías tu refrigerador ya se lo habían comido todo y si ibas al cuarto de tus chamacos, pues ya estaban ahí (las ratas), durmiendo encima de ellos. Las ratas no se iban a ir nada más porque sí. Teníamos que asegurarnos de debilitar a los grupos de delincuentes y reconstruir los cimientos (http://www.jornada.unam.mx/ultimas/poire-hallamos-el-pais-infestado-de-ratas).
Las palabras del secretario de Gobernación son casi idénticas a las del presidente Felipe Calderón de diciembre pasado, cuando en un desayuno con la Marina dijo: “puedo asegurarles amigos, que actuamos a tiempo. Como quien entra a una casa desconocida, a una casa nueva y alcanza a ver ahí cucarachas corriendo por un rincón, y metiéndose por el agujero de una pared. Y, al levantar el tapiz y la duela de esa casa, lo que se encuentra es que está infectado de esos animales y esas plagas” (http://www.proceso.com.mx/?p=291301).
Poiré es, junto con el presidente de la República, el funcionario que más debe de velar por el respeto a los derechos humanos. Las declaraciones de este importante miembro del gobierno panista son idénticas a las del priísta Arturo Montiel, quien en 1999, cuando era candidato a la gubernatura del Estado de México, equiparó a los delincuentes con ratas. El caso es que los panistas ganaron la presidencia en el 2000 con la promesa de ser distintos a los tricolores. Es casi poético que derrotados, a punto de irse a su casa, se igualen incluso en el discurso con aquellos a quienes tanto criticaron.
Pero las implicaciones de que para explicar la podredumbre Calderón y Poiré recurran a términos como ratas, cucarachas, plagas o animales van mucho más allá de que panistas y priístas sean iguales.
Imaginen que son miembros de un cuerpo policíaco. Y que leen o escuchan las declaraciones del máximo responsable de la política interior a los criminales como ratas. ¿Cómo proceden en la siguiente ocasión en que enfrenten a un individuo que es comparado con alimañas? ¿Ustedes se preocuparían por no excederse en el uso de la fuerza, tendrían cuidado de que se cumplan los protocolos nacionales e internacionales firmados por México, por el secretario de Gobernación, de respeto a los derechos humanos?
En parte por la impericia de este gobierno, no sabemos cuántos de quienes han muerto o desaparecido durante los últimos seis años eran personas involucradas en actividades ilícitas. Esta última condición no exime al gobierno de procurar justicia a esas víctimas. Cuando una madre reclama por un hijo que nunca volvió, cuando alguien denuncie un asesinato, cómo no pensar que la incapacidad (que incluye indolencia) de este gobierno para atender esos reclamos no se debió a que desde la cúpula de la administración pensaban que antes que muertes que lamentar e investigar, había que concluir que cierto objetivo se estaba alcanzando, que “la casa” estaba siendo limpiada de plagas.
En última instancia, hay que cuestionarnos sobre el tono de condescendencia que despide la declaración de Poiré. ¿Piensa el funcionario que la sociedad no comprenderá un detallado y puntual diagnóstico de la situación que encontraron y de la que dejan? Por supuesto que los ciudadanos son capaces de sacar sus propias conclusiones. En cambio, poner ejemplos con ratas y cucarachas nos remite a que antes que gobernantes de altura se vieron como fumigadores de ocasión. ¿O será que recurren a la imagen de las plagas porque ni siquiera nos pueden dejar un puntual “libro blanco” del problema de la criminalidad en México en noviembre de 2012?
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